Escrito por Brian Shul - piloto (SR-71 Blackbird.)
Hubieron un montón de cosas que no pudimos hacer en un SR-71, pero nosotros éramos los chicos más rápidos de la cuadra y seremos recordados por nuestros compañeros aviadores por este hecho. La gente a menudo nos pregunta si, a causa de este hecho, era divertido volar este avión. Diversión no sería la primera palabra que yo usaría para describir el volar este avión - intenso, tal vez, incluso cerebral. Pero hubo un día en nuestra experiencia de pilotos cuando podríamos decir que fue pura diversión: ser los chicos más rápidos de por ahí, al menos por un momento.
Ocurrió cuando Walt y yo volábamos nuestro entrenamiento final. Necesitábamos 100 horas en el avión para completar nuestro entrenamiento y alcanzar el estado de "Listos para Misión" (Mission Ready). En algún lugar sobre Colorado habíamos pasado la marca de 100. Habíamos hecho la vuelta en Arizona y el jet estaba funcionando perfectamente. Mis medidores estaban conectados en el asiento delantero y estábamos empezando a sentirnos bastante bien con nosotros mismos, no sólo porque pronto estaríamos volando misiones reales, sino porque nos habíamos ganado una gran confianza con el avión en los últimos diez meses. Destellando través de los desiertos áridos, a 24,000 metros por debajo de nosotros, yo ya podía ver la costa de California desde la frontera de Arizona. Yo estaba, por fin, después de muchos meses de entrenamiento en simuladores y estudio, por delante del Jet.
Estaba empezando a sentir un poco de pena por Walter en el asiento trasero. Allí estaba, sin una buena vista de los increíbles escenarios que teníamos ante nosotros, con la tarea de dar seguimiento a cuatro radios diferentes. Esta era una buena práctica para él para cuando empezáramos a volar misiones reales; pues una transmisión prioritaria del cuartel central podría ser vital. Había sido difícil también, para mí ceder el control de los radios, ya que durante toda mi carrera de piloto había controlado mis propias transmisiones. Pero era parte de la división de funciones en este Jet y había que adaptarse a las mismas. Sin embargo, todavía insistía en hablar por la radio mientras estábamos en el suelo. Walt era tan bueno en muchas cosas, pero no pudo igualar mi experiencia para sonar tranquilo en la radio, una habilidad que había perfeccionado notablemente en años con escuadrones de caza, donde la menor pifia en la radio era motivo para decapitación. Él entendió eso y me permitía ese lujo. Sólo para tener una idea de lo que Walt tenía que lidiar, activé los interruptores de radio y empecé a supervisar las frecuencias junto con él. La charla predominante en la radio era del Centro de Los Angeles, muy por debajo de nosotros, que controlaba el tráfico áereo diario en su sector. Aunque nos tenían en su radar (muy brevemente), nos encontrábamos en espacio aéreo no controlado y normalmente no hablábamos con ellos a menos que necesitáramos descender en su espacio aéreo.
Escuchamos la voz temblorosa de un piloto solitario de un Cessna que pidió al Centro una lectura de su velocidad de avance. Centro respondió: "November Charlie 175, te estoy viendo a noventa nudos sobre el terreno." Ahora lo que hay que comprender acerca de los controladores del Centro, es que si estaban hablando a un piloto novato en un Cessna, o al Air Force One, siempre hablan en el mismo tono calmado, profesional y profundo que hace que uno se sienta importante. Me he referido a esto como "la voz de Houston Center." Siempre he pensado que después de años de ver documentales sobre el programa espacial de este país y de escuchar la voz tranquila e inconfundible de los controladores de Houston, todos los demás controladores desde entonces quieren sonar como ellos, y básicamente, lo hicieron. Y no importa en qué sector del país estamos volando, siempre parece ser el mismo hombre que está hablando. Durante años el tono de voz del controlador se ha convertido en algo así como un sonido reconfortante a los pilotos de todo el mundo. Del mismo modo, en los últimos años, los pilotos siempre han querido asegurarse de que, cuando transmiten, suenen como Chuck Yeager, o al menos como John Wayne. Mejor morir que sonar mal en la radio.
Sólo momentos después de la consulta del Cessna, un Twin Beech elevó la voz en la frecuencia, en un tono bastante superior, pidiendo su velocidad de avance en el Twin Beech. "Te tengo en ciento veinticinco nudos de velocidad en tierra." Vaya, pensé, el Beechcraft realmente debe pensar que está deslumbrando a sus hermanos del Cessna.
Entonces de la nada, un piloto de un F-18 de la marina de guerra en NAS Lemoore surgió en la frecuencia. Uno sabía de inmediato que era un piloto de la Armada porque sonaba muy fresco en la radio. "Centro, Dusty 52, control de velocidad del suelo." Antes de que Centro pudiera responder, pensé para mis adentros; "hey, Dusty 52 tiene un indicador de velocidad de avance de millones de dólares en esa cabina, así que ¿por qué le está pidiendo al Centro una lectura?" Entonces lo tengo! Aquí el viejo Dusty quiere asegurarse de que cada mata bichos desde el Monte Whitney hasta el desierto de Mojave sepan qué es la verdadera velocidad. Él es el tipo más rápido en el valle hoy, y él sólo quiere que todos sepan lo divertido que la está pasando con su nuevo Hornet. Y la respuesta, siempre con la misma, tranquila y calma la voz, sin emoción: "Dusty 52, Centro, te tenemos a 620 en el suelo."
Y me dije a mí mismo, es esta una situación madura, o qué? Como mi mano instintivamente buscó el botón de micrófono, tuve que recordarme a mí mismo que Walt tenía el control de las radios. Aún así, pensé, hay que hacerlo - en cuestión de segundos estaremos fuera del sector y la oportunidad se perderá. Ese Hornet debe morir, y morir ahora. Pensé en todo nuestro entrenamiento en los simuladores y lo importante que era que nos desarrollamos como un equipo y sabía que utilizar la radio ahora destruiría la integridad de todo lo que habíamos trabajado. Yo estaba destrozado.
En algún lugar, a 22 km por encima de Arizona, estaba un piloto gritando dentro de su casco espacial. Entonces, lo escuché - el clic del botón del micrófono desde el asiento trasero. Ese fue el momento en que yo sabía que Walter y yo nos habíamos convertido en un equipo. Muy profesional, y sin emoción, Walter habló: "Los Angeles Center, Aspen 20, puede darnos una revisión de velocidad de avance?" No hubo ninguna vacilación, y la repetición vino como si fuera una solicitud de todos los días.
"Aspen 20, los veo en mil ochocientos cuarenta y dos nudos, a través de la tierra." Creo que los cuarenta y dos nudos son los que más me han gustado; tan exactos y orgullosos se sentían en el Centro al entregar esta información sin dudarlo, y sabíamos que estaban sonriendo. Pero el punto exacto en el que sabía que Walt y yo íbamos a ser muy buenos amigos durante mucho tiempo fue cuando tecleó el micrófono una vez más para decir, en su mejor tono de voz de piloto de caza: "Ah, Centro, muchas gracias, estamos leyendo cerca de mil novecientos en el tablero."
Por un momento, Walter era un dios. Y finalmente oí una pequeña grieta en la armadura de la voz Houston Center, cuando LA Center regresó con "Roger Aspen. Su equipo es probablemente más preciso que el nuestro. Ustedes muchachos tienen uno muy bueno." Todo había durado sólo unos minutos, pero en esa corta carrera por todo el sudoeste, la Marina había sido flameada, todos los aviones mortales de la frecuencia fueron obligados a inclinarse ante el rey de la velocidad, y lo más importante, Walter y yo habíamos cruzado el umbral de ser un equipo. Un buen día de trabajo. Nunca oímos otra transmisión en esa frecuencia hasta llegar a la costa. Por tan sólo un día fue realmente divertido ser los chicos más rápidos de la cuadra.
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