Día de Juicio
Todos hemos oído hablar del “día del juicio”. No, no me refiero a Terminator 2, sino a ese momento en el que, cerca del final de la vida, nos enfrentamos a nuestras decisiones, reflexionamos sobre lo que hicimos (o no hicimos) y sentimos paz… o arrepentimiento.
Pero, comparando con un partido de baseball ¿y si el juicio no ocurriera en la última entrada del partido?
Me hice esta pregunta después de escuchar un podcast en el que un multimillonario hablaba del impacto de ver a sus padres enfrentarse a la muerte.
Se dio cuenta de algo poderoso: solemos reservar el juicio para demasiado tarde. ¿Qué pasaría si, en lugar de esperar al final, evaluáramos nuestra vida en la tercera, cuarta o séptima entrada? Spoiler: el resultado sería mucho más positivo que negativo.
El juicio es incómodo, por eso lo evitamos. Pero hacer una pausa y analizar nos ayuda a evitar ese dolor de última hora cuando el tiempo ya es escaso.
Tener un “día de juicio” adelantado es como recibir un regalo: aún tienes tiempo para cambiar lo que no te gusta, ya sea a los 30, 40, 70 o incluso 80 años. Es un ejercicio honesto sobre tu relación con tu cuerpo, tu salud, tu trabajo, tus amigos, tu familia y, lo más importante, contigo mismo.
No hace mucho, mi padre fue sorprendido por un cáncer cerebral. Un día estaba perfectamente bien y, al siguiente, su reloj de arena se inclinó. Este domingo se cumple un año desde que falleció. Pienso en él constantemente, no solo para recordarlo, sino para no olvidar lo rápido que puede cambiar la vida.
Cuando recibió su diagnóstico, mi padre decidió convertirlo en una sentencia de vida en lugar de una de muerte. Vivió como si no estuviera enfermo… y terminó haciendo más y viviendo más de lo que nadie esperaba.
Su determinación en la peor de las circunstancias me dejó historias que contaré por siempre. Nunca actuó como si estuviera muriendo. Sí, estaba enfermo y el cáncer fue una experiencia terrible, pero su actitud fue de pura fuerza y felicidad.
Verlo mantenerse imparable cuando era tan fácil rendirse fue como una inyección de adrenalina directa a mis venas, como escuchar el discurso de Any Given Sunday sobre que la vida es un juego de pulgadas.
Pero también me dejó una pregunta: ¿y si hubiera tenido su día de juicio antes?
Mi padre no hizo nada mal, simplemente se enfermó. Así es la vida. Y aunque no esperó hasta su lecho de muerte para reflexionar sobre su existencia… sí esperó.
Mi consejo: no esperes. Ten esas conversaciones incómodas. Júzgate ahora. No importa si se trata del ejercicio que sigues postergando, los cambios que te cuesta hacer, las personas con las que quieres estar o los lugares a los que quieres ir.
No lo hagas para sentir culpa o vergüenza. Hazlo porque ahora tienes el poder de cambiar tu vida y evitar un juicio demasiado duro en el futuro.
Febrero 27, 2025
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